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En esa memorable proclama el Presidente Mr. Taylor "prevenía a todos los cludadanos de la Unión que tomasen parte en empresas expedicionarias, violando las leyes y tratados, que quedarían sujetos a las penas impuestas por el Congreso, y que no debían esperar apoyo ni protección alguna de su Gobierno, cualquiera que fuese el extremo a que se viesen reducidos a consecuencia de su conducta," "pues una empresa que tiene por objeto invadir el territorio de una nación amiga, y que se organiza dentro de los mismos límites de la Unión, es criminal en el más alto grado y tiende a turbar la paz del país, comprometiendo el honor de la nación."

En estos mismos instantes y con motivo de horribles incidentes de la guerra de submarinos alemanes, practicada con desprecio de los principios y las reglas comunes del derecho y de los pactos internacionales, y con escarnio de los sagrados fueros de la Humanidad, sacrificando vidas inocentes de todas las nacionalidades y destruyendo la propiedad privada y perjudicando el comercio de países neutrales; en estos mismos instantes y en presencia de las quejas de Estados Unidos contra Alemania por la pérdida de vidas de ciudadanos norteamericanos-el ex-Secretario de Estado Mr. William Jennings Bryan se expresa afirmando que tales hechos no deben juzgarse como un ataque de Alemania contra Estados Unidos ni constituyen una ofensa bastante grave y de naturaleza que exija reparaciones por medio de las armas; que los individuos perjudicados han corrido, por su propia cuenta, el riesgo de un desastre al embarcarse voluntariamente y a sabiendas, en las naves expuestas a los ataques de la marina alemana; y excita a la prensa de su país para que trabaje con el fin de ilustrar la opinión pública en ese sentido, calmando las pasiones exaltadas y evitándose el doloroso sacrificio de una guerra sangrienta.

Es claro que se razona bien bajo la amenaza de un adversario potente y audaz. El temor de un golpe mortal, equilibra las facultades, contiene el espíritu engreído y aventurero, da libre paso a la fría lógica, a la doctrina, a la fórmula positiva del derecho y de la justicia. Alemania impone a Estados Unidos un temperamento jurídico racional.

Otra cosa muy distinta ocurriría si de los mismos o parecidos hechos fuese responsable alguna de las Repúblicas latinoamericanas. Seguramente en este caso la controversia diplomática no se habría sostenido en el tono mesurado y conciliador que distingue las notas del Gobierno reclamante; ni el debate se habría prolongado hasta encontrar los medios decorosos de amigable avenimiento. A Centro América, a Colombia, a México, etc., se les habla en lenguaje arrogante y conminatorio. La diplomacia no discute; notifica y cobra. Cuando se trata de establecer una estación naval, por ejemplo, en alguna parte de ajeno dominio, entonces se lleva y somete el negocio a conocimiento y resolución del Senado norteamericano, lo mismo que si fuese un objeto comprendido en los límites jurisdiccionales de la Federación.

Y allí está el mal originariamente, y el escollo inevitable de las gestiones pacifistas en América.

¿Cómo salvarlos?

En el campo de la teoría y la doctrina del derecho, atendiendo con buena voluntad, alteza de miras y leal empeñio, a la realización de los acuerdos tomados y suscritos en forma de Convenciones por las Conferencias Panamericanas; procediendo sin vacilaciones ni demoras a la codificación del derecho internacional público y privado en América, según el plan concebido y preparado por el Gobierno del Brasil, y por medio de la Comisión Internacional de Jurisconsultos, creada ad hoc como cuerpo legislador; celebrando sobre los mismos temas del derecho, tratados y pactos internacionales en los que, como ya lo he dicho en solemne ocasión, se convierta la doctrina en precepto, los deberes en obligaciones, el derecho abstracto en derecho positivo,

asentándose la obra jurídica de los pueblos sobre bases firmes de equidad y de justicia como las normas invariables y permanentes de mutuas relaciones entre los Estados soberanos, sin absurdos miramientos de mayor o menor potencialidad.

Para una obra política de tan gigantescas proporciones en América, no hace falta sino el deseo ferviente y el concurso decidido de Estados Unidos; que esta gran República quisiera una victoria excelsa del pensamiento y del derecho en el nuevo mundo, gloriosa y benéfica para los grandes y los pequeños Estados independientes; y que, en todo tiempo y circunstancias, se consultasen y se protegiesen, en el ejercicio de la vida exterior americana, las justas aspiraciones y conveniencias de la comunidad, actuándose con criterio sano e imparcial, desechándose las exclusiones caprichosas y perturbadoras, y abandonando los viciados y tradicionales sistemas de la fuerza bruta.

La terrible lección que la Humanidad recibe en esta hora luctuosa de la catástrofe, del salvaje espectáculo de una guerra de odio y de egoísmo en Europa, conmueve y consterna. Todo se derrumba al empuje de furioso huracán o aniquilado por diabólica conflagración; todo perece abrasado por el fuego, destrozado por el plomo o por el veneno; todo es cataclismo! ¿Se ha desbordado la demencia, el delirio infernal de la humana locura? ¿Agoniza, tal vez, la soberbia y la vanidad del hombre entre la negra humareda del incendio, los ayes desgarradores de las víctimas y el vaho denso de sangre inocente y pura? * Tal es el árbol y tales son los frutos del imperia

lismo!

Los pueblos de América, con Estados Unidos a la cabeza, deben escuchar el llamamiento hacia el orden y la justicia, hacia el honor y la ley, hacia el derecho y la paz; llamamiento piadoso de la conciencia humana espantada y confundida ante la maldita ola del crimen que envuelve y desquicia el mundo. Urge edificar sólidamente con los buenos materiales de la civilización, rectificando pasados errores, reparando graves faltas cometidas, prosiguiendo la jornada de los siglos hasta escalar las cumbres del progreso y del bien, guiados per la luz de la razón y del amor, en pleno día, por el camino amplio, y nunca más por el atajo, en la tiniebla y con el arma al brazo.

La notable proclama del insigne Presidente Mr. Taylor, y la serena lógica con que, tratándose de Alemania, razona el ex-Secretario de Estado Mr. Bryan, son elocuentísimos testimonios que ponen de relieve y demuestran con axiomática eficiencia, la indispensable necesidad de combatir a muerte los gérmenes activos y morbosos del filibusterismo y de las intervenciones directas o indirectas, practicadas con deliberados intentos de expansión territorial y predominio económico.

Y mientras tanto la gran República de Jorge Washington, no rompa los moldes de su vieja política, variando de frente en su marcha triunfal hacia el porvenir, y consagrando de lleno sus inmensas energías morales y sus inagotables fuerzas materiales a la ejecución de la magna obra jurídica de paz y de libertad en América, ideal humano justísimo y superior, simiente que germinará y dará el soñado milagro de la civilización por virtud de la equidad y del amor entre los hombres y los pueblos; mientras no se corten de raíz métodos culpables de fraude y de especulación consentidos y aprovechados en la política oficial expansionista e imperialista-la grandiosa idea de la paz y de la fraternidad entre los Estados americanos no pasará de ser una bella fantasía, reducida a número de programas, y en vano acariciada en conferencias y congresos pan-americanistas, cuyas labores abstractas, distraen, entretienen y, lo que es peor, favorecen la gestación de secretos y fatales designios.

ACTITUD DE LOS PAÍSES AMERICANOS HACIA EL ARBITRAJE INTERNACIONAL Y EL ARREGLO PACÍFICO DE LAS DISPUTAS INTERNACIONALES.

Por BENITO JAVIER PÉREZ-VERDÍA,

Ex-Secretario de la Legación de México en Guatemala.

Desde que el genio del almirante inmortal descubrió la tierra prodigiosa que ajena a la civilización durmió durante siglos bajo la sombra gigante de sus volcanes, Europa ha vuelto los ojos repetidas veces hacia la América, ora para envidiarla sus riquezas, ora para aprender de ella lecciones que nunca pudo recibir en su ambiente saturado de pasiones y de odios seculares, poco propicio al desarrollo de los grandes ideales en razón de la carga de errores y tradiciones inveteradas que dejó en ella el paso de los siglos como inevitable sedimento. No fué sólo en esa vez, cuando Colón abrió un nuevo derrotero y tras de sus tres históricos barquichuelos pobláronse los mares con las velas de los buques que arribaban a la tierra inexplotada repletos de emigrantes—aventureros y colonos, conquistadores y misioneros, ambiciosos y apóstoles-ávidos todos de gozar las primicias de aquel suelo virgen y maravilloso, no fué sólo entonces la única ocasión en que el Nuevo Continente tuvo el privilegio de encauzar los destinos de la humanidad por un nuevo sendero, aportando elementos desconocidos y gérmenes rebosantes de vida a las gastadas civilizaciones de Europa.

Tres siglos después de su dominación, surge la América transformada ya, resuelta a conquistar su libertad a costa de los más grandes sacrificios, consciente de su derecho para pretender su autonomía; brotan millares de soldados a defender esa causa y caen también por millares las víctimas; pero bajo la bandera de la Libertad, que se enarbola desde las riberas del Delaware hasta las cimas meridionales de los Andes, siempre se agrupan los pueblos ávidos de recibir con el bautismo de sangre, el derecho sagrado de poseer una propia y bendita nacionalidad. Años y más años de luchas y de penalidades, vidas preciosas de héroes, esfuerzos titánicos hechos por caudillos que no desmayaron ante la tarea de redimir sus patrias, etapas heroicas, toda esa serie de acontecimientos, de ideales, de sacrificios, de lágrimas y de majestad augusta de epopeya, tuvo al fin su recompensa; y América, cubierta de gloria, bañada en sangre, y segura de alcanzar el porvenir que la esperaba, surgió a la vida de los pueblos libres, ondearon las banderas de los distintos Estados soberanos come emblemas de su flamante nacionalidad sin encontrar ya rivales en territori autónomo, y los sueños de Washington, de Bolívar, de San Martin de Morelos y de Hidalgo cristalizaron al fin en la libertad de las Américas.

Fué entonces cuando Europa dióse cuenta no sólo del nacimiento de aquellas nuevas entidades, sino de la influencia que la Guerra de Independencia de las colonias americanas había ejercido sobre élla, y principalmente sobre los pueblos sometidos al yugo de las naciones fuertes. La idea de libertad tuvo su más bello triunfo en América y su éxito al repercutir, fué suficientemente poderoso para conmover la organización política del Viejo Mundo, y para llegar a constituir uno de los más sólidos fundamentos históricos del "Principio jurídico de las nacionalidades."1

1" La nacionalidad es el sello de la raza, el suelo, el clima y el idioma, que poco a poco se imprime para ir formando agrupamientos sobre los cuales deben venir ciertas leyes que rijan sus destinos; y esta doctrina discutida en las aulas, esta doctrina que hays nacido como lo ha creído algún filósofo jurisconsulto debido a las evoluciones religiosas, o como lo pretende Mme. Stael, o mejor dicho, el sabio profesor de San Petersburgo Martens, debido a la obra de Mme. Stael sobre la nacionalidad, donde la célebre hija de Necker acumula con mano maestra todos los detalles, del feudalismo, para presentar a la Alemania dividida entonces en tantas fracciones, como un principio homogéneo propio para formar una gran patria, o como otros lo quieren por la Revolución Francesa procurando la fraternidad universal de la humanidad, o por el movimiento de emancipación de las Américas,

1

El ejemplo de los pueblos americanos, el éxito de su empresa en la cual invirtieron una década inmortal, la justicia de su causa y la heroicidad con que la llevaron a cabo, avivaron y fortalecieron del otro lado de los mares, en las naciones sometidas a yugos extraños sus anhelos legítimos de autonomía, y contribuyeron-en una parte que aún no ha sido aquilatada con la debida justicia-al movimiento nacionalista que dió por resultado entre otros muchos la separación de la Bélgica de Holanda, la independencia de Grecia, el rompimiento del yugo muslímico en las regiones orientales de Europa y la gloriosa campaña política y militar que tuvo por epílogo la unificación de la Italia.' sea lo que fuere, esta doctrina sobre la nacionalidad, en la Argentina precisamente es donde está demostrándose de una manera práctica, porque estos pueblos nuevos, creciendo bajo la influencia de ideas modernas, y de un amor grande al progreso, se acrecientan día a día por la inmigración y este aumento de población constante, lejos de ser un peligro, se adapta prontamente al medio y hace nacer esa noción de patria que en poco tiempo convierte a los extranjeros en nacionales, y hace a todos hermanos." (Conferencia dada en el mes de julio de 1910 en la Cátedra de Derecho Internacional de la Facultad de Derecho de Buenos Aires, por el Lic. Luis Pérez-Verdía, atendiendo a la invitación del Sr. Dr. D. Estanislao S. Zeballos, distinguido profesor de Derecho Internacional de la facultad mencionada.)

Luis Pérez-Verdía, Compendio de Derecho Internacional Privado. 1908. Guadalajara Escuela de Artes del Estado.

1 Bonfils, Manuel de Droit International Public. 2 There were, however, signs that the doctrine of nationalities was not extinct, and there were movements in this direction which excited hopes that were not fully justified by the events. The enthusiasm evoked by the emancipation of Greece, by the revolt of the Spanish colonies in America and by the foreign policy of Canning marks the turn of the stream, and the French Revolution of 1830 kindled a democratic and nationalist movement in many countries much like that which accompanied the revolution of 1848. There were insurrections or agitations in many of the States of Italy, in Germany, Denmark, Poland, Hungary, Belgium, and Brazil. Most of them were speedily suppressed. Russia crushed with merciless severity insurrections in Poland. An Austrian Army put down revolt in the Pontifical States. In Germany and Austria and Italy politics soon moved along the old grooves, and the spirit of reaction was triumphant; but the separation of Belgium from Holland marked a great step in the direction of the rights of nationalities; the government of France now rested on a parliamentary basis; popular institutions were introduced into Denmark; the aristocratic cantons of Switzerland were transformed and the Reform Bill of 1832 placed English politics on a more democratic basis.

Neither Louis Philippe nor Lord Palmerton desired to propagate revolution, and their alliance was chequered and broken by many dissensions; but on the whole it served the cause of liberty in Europe and still more the cause of nonintervention."

Existieron ciertas indicaciones sin embargo de que la doctrina de las nacionalldades no había muerto, y se verificaron en ese sentido ciertos movimientos que produJeron esperanzas no justificadas plenamente por los acontecimientos. El entusiasmo despertado por la emancipación de Grecia, por la rebelión de las colonias españolas en América y por la política exterior de Canning, marca el punto donde se invierte la corriente y la Revolución Francesa de 1830 avivó el movimiento democrático y nacionalista en muchos países, el cual se asemejaba en gran parte al que acompañó la revolución de 1848. Se produjeron insurrecciones o agitaciones en muchos de los Estados de Italia, en Alemania, Dinamarca, Polonia, Hungria, Bélgica y Brasil. Se suprimieron rápidamente la mayor parte de ellas. Rusia dominó los levantamientos de Polonia con severidad implacable. ejército austriaco sofocó la revuelta en los Estados Pontificios. En Alemania, en Austria y en Italia la política pronto siguió sus cauces primitivos y triunfó el espíritu de reacción; pero la separación de Bélgica de Holanda, señaló un gran adelanto en la tendencia de los derechos de las nacionalldades; el gobierno de Francia descanso sobre bases parlamentarias; se introdujeron en Dinamarca instituciones populares; en Suiza se transformaron los cantones aristocráticos y el Proyecto de Ley de 1832 estableció el sistema político de Inglaterra sobre bases más democráticas.

Un

Ni Luis Felipe ni Lord Palmerton desearon propagar la revolución y su alianza fué perturbada y hasta rota por muchas disensiones; pero en su conjunto sirvió la causa de la libertad en Europa y aun más la causa de la no-intervención."

W. E. H. Lecky, Democracy and Liberty, etc. New York 1889, págs. 473 y 474. Obra citada por el Dr. Estanislao S. Zeballos en su libro "La Nationalité." Tomo I, pág. 163.

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Hoy sin embargo se presenta a América por virtud de las circunstancias, una oportunidad grandiosa para influir aún más favorable y justicieramente en el mejoramiento de los destinos de la Humanidad. Con su descubrimiento abrió un campo riquísimo y fértil a la civilización, con su independencia hizo avanzar un gran paso a la causa de la libertad de los pueblos; ahora por su espíritu, por sus ideales, por su amor a la paz y por su aislamiento de la es pantosa catástrofe que devora la desgarrada Europa, tiene en sus manos la misión no sólo de convertirse en el paladín de las conquistas hechas a costa de tantos esfuerzos y sacrificios por el Derecho Internacional, sino de ser ella la que impulse el desenvolvimiento de esta ciencia y persiga con más ardor el triunfo de sus grandes ideales, entre los cuales ninguno más alto, más trascendental y más anhelado que el Arbitraje como un medio de prevenir y de solucionar los conflictos internacionales.

América ha aceptado el Arbitraje como principio jurídico y lo ha practicado en multitud de casos, lo predica en sus aulas y lo lleva a cabo en sus Cancillerías por medio de Tratados en los cuales el arbitraje ha encontrado cabida como un lazo de confraternidad entre pueblos y como una prevención contra la más grande de las calamidades que azotan a la humanidad.1

El arbitraje se encuentra sin embargo en su período evolutivo y es susceptible de inmenso desarrollo. Penetra apenas en el dominio de la legislación y toma cuerpo en nuestras instituciones; se le limita con restricciones que antes eran numerosas y hoy se han reducido mucho sin embargo, y se le tiene por inefectivo en virtud de que no han sido creados aún los órganos suplementarios que requiere esa institución para su funcionamiento y para alcanzar su más amplio desarrollo.'

Su excelencia está ya grabada indeleblemente en el ánimo de la humanidad; pero su practicabilidad deja mucho que desear, porque las ideas que entrañan una reforma trascendental se filtran con mucha lentitud en las costumbres

y vienen a ser realidades después de superar enormes obstáculos, cuando han parecido destinadas irremisiblemente a naufragar en el abismo de la ambición y el egoismo no sólo de los hombres, sino lo que es peor de la amblción y el egoismo de las naciones que estatuyen los hombres."

Así sucede de manera especial con la idea del arbitraje: los acontecimientos actuales parecen probar su ineficacia, demostrando con la realidad desnuda y 1 Dr. Francisco Urrutia. "La Evolución del Arbitraje en América," trabajo presentado al Primer Congreso Científico Panamericano, reunido en Santiago, Chile, 1908. Gonzalo de Quesada. "Latin-American Arbitration."

Uno de los adversarios más decididos del arbitraje obligatorio, el Dr. Luis Orreco Luco, dice sin embargo en su libro, "Los problemas internacionales de Chile," 1901): "El arbitraje es la institución jurídica del orden más alto de civilización humana. • • A medida que la civilización se extienda y se dilate la fuerza de la instrucción y de la cultura moral; a medida que las preocupaciones y pasiones nacionales se debilitan, y el dominio de la ciencia y de los principios razonados aumenta; a medida que la legislación se refunde en los diversos países, amoldándose a instituciones y modos de sentir análogos; a medida que la fuerza de las grandes nacionalidades se equilibra, crece y se desarrolla la fuerza y el valor del arbitraje.

Es oportuno citar aquí un párrafo elocuente de un libro de actualidad: "La última guerra. Estudio de las cosas actuales y de las futuras":

"But I do not see how anyone can fail to realize that the political order on which Europe has been built has proved utterly worthless. It carried in its hands the seeds of this awful catastrophe and is powerless to prevent such cataclysins occurring at any time. It is based on force; it lives by ag gression; it emphasizes national rights, never national duties; it centers the national policy in the hands of a few so that the people do not know what is going on, and these few plunge the nations into war

"Pero no veo como pueda alguien dejar de comprender que el orden político sobre el cual se asentaba Europa ha demostrado ser completamente despreciable. Llevaba en SUS manos la semilla de esta catástrofe espantosa y es impotente para impedir que se repitan esos cataclismos en cualquiera época. Tiene la fuerza por base, vive de la agresión, hace hincapié en los derechos, pero jamás en los deberes nacionales; coloca en las manos de un grupo la política nacional de manera que el pueblo

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